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Historias
de Surf
En Necochea no mantenemos las historias
vivas de nuestros comienzos y somos
tan ricos… todavía hay
surfers en el agua que forman parte
de la historia del surf, demostrando
día a día que surfar es
para toda la vida. Nuestras vivencias
siempre han estado relacionadas con
el mar, desde muy chicos nuestro padre
nos llevaba a la |
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costa
y en particular a la “cueva del tigre”
a pescar, donde hicimos un vinculo muy especial
con el mar.
Corría el año 1976/77 cuando
sentí el deseo de practicar surf, pero…
¿como se hacia?… En el país
había poca información, época
de la dictadura, y en neco no había
tablas cortas; sí algunos surfers de
tablones y tablas largas, que en ese momento
no conocíamos entonces decidí
hacer mi propia tabla, me acuerdo que escale
una tabla corta de 6,2” que salio como
novedad en la revista weekend de la época;
así es, como empezamos con mi hermano
Roberto a fabricar la primer tabla corta,
alma de madera. Fom de tergopor (en ese tiempo
empezaban a llegar planchas de grano fino)
la pinté con cola de carpintero, para
que la resina de botes no se comiera el tergopor
y de tela, usé lana de vidrio de techo,
Que loco!…ahh! y una sola quilla, porque
algunos piensan que las tablas siempre fueron
de tres quillas
Me acuerdo que fuimos a probarla en frente
al balneario Serrano, estaba Roberto y mi
primo Luis, desde ese primer dia empezó
el contagio, porque dijo mi viejo …
“eso no es un deporte, es una enfermedad
“
Me acuerdo un dia que nuestro viejo no nos
dejo ir a la escollera porque quería
que lo acompañáramos a pescar
a la ” Cueva del tigre”, no hubo
mas remedio que llevar las tablas , oh sorpresa!
siendo regular , vimos las mejores olas de
derecha, que rompían delante del planchon
de piedra y terminaban casi en el camino de
entrada, increíble. Pero somos pocos
los que las hemos visto, y en esa época
éramos los únicos que las surfabamos
Roberto, Luis y yo Juan, después se
sumaria al grupo el negro Echagüe.
Tengo recuerdos tan lindos de cuando acampábamos
en la cueva, esperando el swel ver al amanecer,
la coloración verde esmeralda de las
olas y sentir el aroma a mar y coco de la
parafina de nuestras tablas, eso era el paraíso.
Hoy en día después de casi 30
años de surf me dura el entusiasmo
como si fuera la primera vez, y me llena de
orgullo surfar con mi hijo Juan Cruz y encontrarme
en el agua a los surfers de mi generación
que me traen los mejor recuerdos de mi vida
Por Juan Di Nenno
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